2002 – «Estoy dispuesta a pagar el precio si mis discos no gustan a la gente»

By Pablo Martínez-Pita, ABC.es, 9-11-2002

MADRID. Enfentarse a las preguntas de un periodista no es realmente lo que más le puede apetecer a Tracy Chapman. Ella misma se considera una persona tímida, y «además odio estar todo el día hablando de mí misma». Hoy, sin embargo, ha habido suerte. Sonríe, no esconde la mirada y contesta con largura. Ha llegado a Madrid para recoger un disco superplatino por la venta de un millón de copias en nuestro país de su último trabajo, «Let it Rain». Desde que apareció su primer disco en 1988, con el que ganó cuatro Grammy, su estilo de cantautora folk siempre ha tenido un gran número de seguidores incondicionales en nuestro país. Y en todo el mundo, en realidad, aunque nunca llegara a igualar el éxito de aquella fulgurante aparición en la escena musical.

Tracy Chapman en Espana

-En un momento en que la música está muy tecnificada, usted saca un disco especialmente sencillo. ¿Ha sido algo hecho a propósito?

-Sí y no. Por una parte me salieron unos temas que pedían esa producción más limpia y sencilla, un sonido más íntimo. Siempre he pensado que son las canciones las que deben dictar cómo va a sonar el disco y qué tipo de producción va a llevar. En ese sentido sí fue deliberado.

-Parece un álbum más melancólico que los anteriores.

-No creo que sea especialmente melancólico, lo que ocurre es que trata temas bastante serios, incluyendo el de la muerte. Es difícil tratarlos a la ligera, pero aún así hay canciones como «Say Hallelujah» que sí es una alabanza a la vida, a todo el ciclo de la vida, que también incluye la muerte. El tema que da título al disco, «Let it rain», también es esperanzador.

-Pero la lluvia siempre se asocia a algo triste.

-Es cierto, pero también el agua es necesaria para la vida. El simbolismo que buscaba es esa sensación de que la lluvia no es algo que se pueda evitar, sólo te puedes equipar y esperar a que pase. En ese sentido se parece mucho a la vida, hay cosas que no puedes prever ni evitar, y que te van a ocurrir de todas formas, como el amor o la muerte, y lo único que puedes hacer es prepararte y esperar a que pase. Me parece que encaja con la temática de las canciones.

-¿Cada disco responde a un momento concreto de su vida?

-Las canciones son en parte un reflejo de las cosas en las que he estado pensando, pero a diferencia de otros compositores que componen como una especie de diario autobiográfico, yo simplemente observo y doy mi propia perspectiva de las cosas que veo y pienso.

-Cada vez es más difícil escuchar un disco serio. ¿Cómo logra mantener el éxito?

-Me siento muy afortunada porque gracias al éxito de mi primer disco he podido seguir componiendo tal y como quería hacerlo, tratando los temas que me parecían oportunos y siempre dispuesta a aceptar las consecuencias. Como decía con respecto al título del disco, en la vida hay que aceptar las cosas como vienen y estoy dispuesta a pagar el precio si el disco no gusta a la gente.

-Aparte de esa libertad para componer, ¿cómo ha condicionado a su carrera ese primer álbum?

-Sobre todo me ha ofrecido muchísimas oportunidades, como tocar con BB King y contar con colaboraciones de artistas que admiro. Pero el lado negativo está en que la compañía de discos tenía la expectativa de que todos los discos se iban a vender de la misma forma, lo que ha implicado que se han sentido movidos a presionarme. Pero por otra parte yo no me dejo presionar.

-¿Cómo ha cambiado Tracy Chapman desde entonces?

-No he cambiando por el hecho de haber sacado más discos, sino porque han pasado los años. Sí he adquirido mayor consciencia de lo que es el negocio de la música, pero mis valores siguen siendo los mismos, tengo los mismos amigos y llevo prácticamente la misma vida. Sí es cierto que cuando era pequeña era excesivamente tímida, y por la naturaleza de este trabajo he tenido que aprender a serlo menos. También he visto más mundo, lo que me ha ampliado mis horizontes y ha cambiado mi perspectiva de las cosas.

-Hablando de esa timidez, ¿cómo lleva la promoción de sus discos, entrevistas, ruedas de prensa…?

-La práctica me ha llevado a tener cierto nivel de tranquilidad a la hora de tratar con la gente. En los viajes procuro compensar la parte que no me gusta visitando la ciudad, algún un museo, o comiendo muy bien.

-Siempre se ha caracterizado por ser una cantante comprometida. ¿Qué causas merecen su atención?

-No hay una sola causa que sobresalga por encima de las demás. En general los temas que me interesan se podrían denominar de derechos humanos, y eso incluye lo que en Estados Unidos sucede en este momento, después del 11 de septiembre, y es que están siendo bastante socavados por los distintos decretos y leyes que está aprobando el gobierno norteamericano. Como, por ejemplo, haber detenido a gente a la que no se le ha acusado de nada ni se le ha dado acceso a un abogado, y cuando se le ha dado no se le ha permitido mantener la confidencialidad de la comunicaciones. También el hecho de la regresión económica, que en la prensa sólo se traduce en las dificultades de las grandes empresas, y no en cómo afecta a las personas normales, en la creciente tasa de desempleo, la dificultad para acceder a una vivienda o a un sistema sanitario digno. Y a nivel internacional, por supuesto la situación en Irak, que espero que se resuelva de manera pacífica sin tener que recurrir a una solución militar.

-¿Le preocupa la tendencia de la sociedad norteamericana a ser cada vez más conservadora?

-Evidentemente, sobre todo el resultado de las elecciones legislativas. Me parece aterrador que el partido republicano domine ambas cámaras, teniendo en cuenta el cariz de su política. Pero realmente no sé si es que la sociedad es más conservadora o que la opción menos conservadora se está diluyendo en distintas candidaturas, entre demócratas, verdes e independientes. Porque no creo que el partido y el programa republicano representen los intereses de la nación norteamericana. Resulta descorazonador ver cómo los procesos electorales se ven influidos por el poder, por el hecho de que el presidente Bush dedique gran parte de su tiempo a hacer campaña en lugar de dedicarse a su trabajo como presidente, y a encauzar enormes fondos a las zonas en que les parecía que había peligro de perder las elecciones. Es una cosa bastante repugnante.

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